Tuesday, March 24, 2020

San Romero — Cuarenta & Cuarentena


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Una ramita de romero en casa, y al santo en el corazón”. Con ese eslogan, el Cardenal Gregorio Rosa Chávez promovía hace un par de años una peregrinación al pueblo natal de San Óscar Romero, invitando al mismo tiempo a los fieles a sembrar la planta aromática que lleva su nombre en cada hogar. Sin saberlo, el purpurado estaba preparando la celebración del 40° aniversario del martirio de Romero que se marca hoy en El Salvador sin misas públicas, sin procesiones, sin conciertos—todas las actividades acostumbradas para un aniversario de Romero—a causa del Coronavirus. (El cardenal está, de hecho, guardando cuarentena por haber viajado afuera del país y haber estado obligado a hacerlo al volver.)
Para este magno aniversario, se les ha pedido a los salvadoreños conmemorar a Romero en casa: poniendo velas en las ventanas, aflorando un altar, subiendo una selfie con su homenaje. De hecho es “Romero en casa y el santo en el corazón”.
Ha de ser la celebración de Romero más intima que se ha tenido, y esto ofrece muchas posibilidades más que todo espirituales para los salvadoreños. En primer lugar, se trata del 40° aniversario, un plazo que tiene gran significado en la Biblia. En el Viejo Testamento, es un periodo generacional, que marca un cambio de épocas. Por ejemplo, Dios exilia los israelitas al desierto por ese tiempo, “hasta que fue acabada toda la generación de los que habían hecho mal ante los ojos del Señor” (Números 32, 13). La pandémica del COVID-19 tiene todas las marcas de un episodio apocalíptico, y la cuarentena en que se celebra este aniversario aproxima un exilio. También hace pensar de la Pascua judía, el Pésaj, cuando la muerte “saltó” las casas de los justos que pintaron sus puertas con la sangre de un cordero. Quizá los salvadoreños que pongan velas para recordar la sangre de Romero puedan esperar que esta plaga salte sus umbrales.
En segundo lugar, la intimidad de esta conmemoración hará de ella necesariamente una ocasión básicamente familiar. La beatificación de Romero en El Salvador reunió a un mar de fieles; su canonización en Roma también fue multitudinaria, como lo han sido las procesiones y grandes liturgias que siempre han marcado la fecha de su martirio. Han sido ocasiones internacionales en su alcance, y ciertamente nacionales: del pueblo. Esta vez no. Esto quedará en familia, y eso cambia radicalmente el carácter de los que se celebra. Puede ser de verdad “Romero en casa y el santo en el corazón”. Las posibilidades son grandes. Cabe que una abuela o abuelo hable por primera vez abiertamente con sus nietos sobre Romero, sobre la guerra, sobre aquellas cosas que jamás se han dicho: que fulano fue partidario de la derecha, que tu tío mengano fue de la guerrilla, y cosas de ese estilo. Esto puede ser así muy grande.
Finalmente, en tercer lugar, el ambiente sombrío de este aniversario tiene mucho en común con la época del asesinato de Mons. Romero. La generación que no había nacido cuando San Romero ofrendó su vida puede probar la amargura de estar escondidos, sin poder salir, en un ambiente de pavor, de muerte, bajo Estado de Sitio. Y tal como Romero ayudo a la generación anterior a vivir su hora negra señalando los acontecimientos en la Biblia y las enseñanzas de los antiguos profetas, ahora esta generación puede dejarse guiar del profeta que vivió en El Salvador antes de que ellos nacieran.
Romero en casa y el santo en el corazón”.

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